Examen de admision
Luego de tres años de estudiar toda la currícula de estudios preparatorios había llegado el momento de ingresar al nivel superior del Conservatorio. Tres años se dice rapido, pero fueron tiempos trascendentales, en los cuales pude decidir muchisimas cosas.
Gracias al esfuerzo hecho había alcanzado un mínimo puntaje exigido para evadir el examen de admisión, de manera que, oficialmente estaba ya dentro del Conservatorio.
Sin emargo la dirección académica decidió alzar un poco la balla el año aquel, y se acordó que aún los alumnos con ingreso directo debían participar de un test psicológico, el cual sería determinante para el ingreso. "Un test - pensé - no puede ser tan dificil".
Llegamos mi promoción entera a un salón amplio, (éramos entre 70 y 80 personas)y nos recibió una señorita con una cara gentil y una mirada que la pintaba entera, parecía una persona sumamente buena, y a la luz de los años pude corroborar que en este caso rarísimo, la primera impresión fue cierta. Nos alcanzaron unas hojas que debíamos llenar. Eran 333 preguntas de respuesta corta, todas relacionadas con maneras de reaccionar, nuestro pasado, opiniones sobre tal o cual cosa, etc.
Yo me senté y me di cuenta inmediatamente que había preguntas que 67 o 89 números mas adelante se repetían formulándose de forma distinta. Genial maniobra para descubrir si estabamos mintiendo. Fue cuando razoné y pensé, "en estos casos decir la verdad siempre resulta" asi que llene la hoja con cuanto yo pensaba en realidad.
Al terminar el exámen en los pasillos, se inicio la clásica conversa entre estudiantes despues de una evaluación. Yo simplemente me animé a preguntar a quemaropa: "¿Alguno escribió lo que realmente piensa?". Me quede helado cuando todos a coro con una expresión de perplejidad me contestaron, ¡¡estas loco??
Una buena amiga me comentó que ellos (el comité de evaluación psicológica)no tenían derecho a auscultarnos de manera obligatoria, así que nadie puedo lo que sentia, sino lo que sabían que ellos deseaban escuchar.
........
Llegó el día de la publicación de los ingresantes, y estaba el clásico tumulto frente a la pizarra del hall del Conservatorio. Me acerque muy sonriente y emocionado, pero por mas que busqué mi nombre no figuraba en los ingresantes. Luego de diez inmensos minutos bajaron otra lista con alumnos que ingresaban bajo condición de estudiar con ahinco... tampoco estaba mi nombre alli.
Mi amiga me tomo de la mano y me sacó de alli. Yo tenía ganas de llorar, y lo que hubiera hecho cualquier amigo o amiga es convertirse en un pañuelo. Ella no lo hizo, me miro fijamente, y dijo: "No dejes que el dolor te invada, solo debes pensar en que vas a hacer".
Yo le dije que la única opción era estudiar en un instituto privado, pero que eran carísimos... y bueno, al final le dije que lo intentaría (postular de nuevo)el año que viene.
Cuando me estaba llendo a casa baje al hall pues me era obligatorio pasar por alli para salir del Conservatorio, y vi que habían publicado una tercera hoja con solo dos nombres:
la hoja decía:
"Alumnos que tienen su ingreso condicionado a evaluación y tratamiento psicológico"
1. Martín Portugal (yo)
2. Xxxxxxx Xxxxxxx (un amigo violinista que acababa de llegar de rusia)
Pensé que habia que estar loco para que lo cataloguen a uno en una lista con ese título, sin embargo pienso ahora con los años (y luego de haber ido al consultiorio dos veces para que me declaren cuerdo) que decidir ser artista tiene una gran dósis de locura... y gracias a ese momento en mi vida, puedo decir dos cosas:
1. Que a pesar de todo vale la pena decir siempre la verdad.
2. Que para ser músico... hay que estar loco!
Gracias al esfuerzo hecho había alcanzado un mínimo puntaje exigido para evadir el examen de admisión, de manera que, oficialmente estaba ya dentro del Conservatorio.
Sin emargo la dirección académica decidió alzar un poco la balla el año aquel, y se acordó que aún los alumnos con ingreso directo debían participar de un test psicológico, el cual sería determinante para el ingreso. "Un test - pensé - no puede ser tan dificil".
Llegamos mi promoción entera a un salón amplio, (éramos entre 70 y 80 personas)y nos recibió una señorita con una cara gentil y una mirada que la pintaba entera, parecía una persona sumamente buena, y a la luz de los años pude corroborar que en este caso rarísimo, la primera impresión fue cierta. Nos alcanzaron unas hojas que debíamos llenar. Eran 333 preguntas de respuesta corta, todas relacionadas con maneras de reaccionar, nuestro pasado, opiniones sobre tal o cual cosa, etc.
Yo me senté y me di cuenta inmediatamente que había preguntas que 67 o 89 números mas adelante se repetían formulándose de forma distinta. Genial maniobra para descubrir si estabamos mintiendo. Fue cuando razoné y pensé, "en estos casos decir la verdad siempre resulta" asi que llene la hoja con cuanto yo pensaba en realidad.
Al terminar el exámen en los pasillos, se inicio la clásica conversa entre estudiantes despues de una evaluación. Yo simplemente me animé a preguntar a quemaropa: "¿Alguno escribió lo que realmente piensa?". Me quede helado cuando todos a coro con una expresión de perplejidad me contestaron, ¡¡estas loco??
Una buena amiga me comentó que ellos (el comité de evaluación psicológica)no tenían derecho a auscultarnos de manera obligatoria, así que nadie puedo lo que sentia, sino lo que sabían que ellos deseaban escuchar.
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Llegó el día de la publicación de los ingresantes, y estaba el clásico tumulto frente a la pizarra del hall del Conservatorio. Me acerque muy sonriente y emocionado, pero por mas que busqué mi nombre no figuraba en los ingresantes. Luego de diez inmensos minutos bajaron otra lista con alumnos que ingresaban bajo condición de estudiar con ahinco... tampoco estaba mi nombre alli.
Mi amiga me tomo de la mano y me sacó de alli. Yo tenía ganas de llorar, y lo que hubiera hecho cualquier amigo o amiga es convertirse en un pañuelo. Ella no lo hizo, me miro fijamente, y dijo: "No dejes que el dolor te invada, solo debes pensar en que vas a hacer".
Yo le dije que la única opción era estudiar en un instituto privado, pero que eran carísimos... y bueno, al final le dije que lo intentaría (postular de nuevo)el año que viene.
Cuando me estaba llendo a casa baje al hall pues me era obligatorio pasar por alli para salir del Conservatorio, y vi que habían publicado una tercera hoja con solo dos nombres:
la hoja decía:
"Alumnos que tienen su ingreso condicionado a evaluación y tratamiento psicológico"
1. Martín Portugal (yo)
2. Xxxxxxx Xxxxxxx (un amigo violinista que acababa de llegar de rusia)
Pensé que habia que estar loco para que lo cataloguen a uno en una lista con ese título, sin embargo pienso ahora con los años (y luego de haber ido al consultiorio dos veces para que me declaren cuerdo) que decidir ser artista tiene una gran dósis de locura... y gracias a ese momento en mi vida, puedo decir dos cosas:
1. Que a pesar de todo vale la pena decir siempre la verdad.
2. Que para ser músico... hay que estar loco!
1 Comments:
Hola Martin:
¿Y la dirección de tu pagina web?
Te la recuerdo para que la pongas en los links:
www.martinportugal.tk
Abur y polvos,
Gustavo
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